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Tres consejos para ser eficientes al educar en casa

  • Foto del escritor: Soraya Cupido
    Soraya Cupido
  • 28 ago 2019
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 7 feb 2020

Como madres, somos responsables de preparar a la siguiente generación para funcionar y ser útil en esta sociedad que pide a gritos un poco de consciencia por parte de sus integrantes y aún más importante, que tiene la necesidad de Dios.


Realizar esta tarea no es fácil, así que, aquí les dejo algunas recomendaciones que podrían ayudarnos.


1. Cuidemos el tiempo


La moneda de la vida es el tiempo. Es un recurso que, una vez que hacemos uso de él, no tenemos oportunidad de reembolso. La mayoría de las personas no estamos conscientes de la importancia de nuestro tiempo, a veces, se nos hace fácil usarlo en cosas poco valiosas, irrelevantes o caemos en el engaño de pensar que como estamos haciendo algo “bueno” es un tiempo bien invertido.


La Biblia nos instruye a considerar la importancia de nuestro tiempo.


“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.” Efesios 5:15-18


Por ello, debemos tener especial cuidado en lo que hacemos con nuestro tiempo y con el de nuestros hijos.


Es importante cuidarnos del engaño al pensar que si llevamos a nuestros hijos a cientos de actividades, cursos y talleres “interesantes” entonces ellos aprenderán mejor o, por otra parte, pensar que, si nos sentamos 6 horas diarias a estudiar con nuestros hijos, serán más listos.


La clave aquí es saber separar “lo bueno” de “lo necesario”. Seamos más asertivas al elegir qué contenidos les enseñamos a nuestros hijos y cómo lo hacemos. Si nos la pasamos cazando talleres y actividades para que nuestros hijos aprendan, pero lo hacemos sin sentido ni propósito, entonces realmente la información con la que vamos a llenar a nuestros niños va a cumplir el único propósito de ser información en sus cabezas. No nos dejemos llevar por la ola de “actividades homeschool”, lamentablemente muchos hemos llegado a caer en esto, llevándolos de actividad en actividad, pensando falsamente que así tendrán mayor aprendizaje, esto es una verdad a medias, pues, por supuesto que van a aprender más cosas, pero su aprendizaje no tiene cauce, carece de rumbo.

Antes de llevar a nuestros niños a alguna actividad, pensemos en si es necesaria para ellos.


Si, por otra parte, pensamos que es estrictamente necesario sentarse a estudiar diario muchas horas al día para aprender, también estaremos cayendo en el error, porque tener información no nos hace funcionales para la vida. No es malo aprender muchas cosas de manera teórica, pero saturar una mente con información que no tiene propósito ni razón de ser, no hará más funcionales a nuestros hijos.


Ocupemos el tiempo de manera asertiva, eligiendo cuidadosamente en qué lo invertimos.


2. No temamos tomar decisiones.


Este proceso es particularmente difícil, una de las habilidades más complicadas a desarrollar como adultos, es aprender a decidir, hay personas que no son capaces de elegir un par de zapatos. Al educar en casa, la lista de decisiones a tomar es larga y no se termina, pues es un proceso de media vida. Seamos cuidadosos al elegir, pero elijamos, sin temor, y apeguémonos a lo que se eligió. Esto evitará que vayamos por nuestro camino picando opciones a ver ¿cuál pega?, francamente, parece más un acto irresponsable que aventurero.

Dios nos capacitó para ser madres de nuestros pequeños y nos ha dado su gracia, poder y palabra para guiarnos.


Recordemos que la mujer sabia edifica su casa; Mas la necia, con sus manos la derriba.

Proverbios 14:1


3. Seamos directivos en el aprendizaje y desarrollo de nuestros hijos.


Este punto va muy de la mano con el anterior. Actualmente se han levantado argumentos que incitan a los padres a delegar la responsabilidad de las decisiones sobre la educación de sus hijos. Frases como “no le impongas tus ideas” “estorbas su aprendizaje si le enseñas algo que no le gusta” “deja que él resuelva solo sus conflictos” son muy comunes. A simple vista, parecen frases bien intencionadas y llenas de amor, pero recordemos que el enemigo es sigiloso para adentrarse en las mentes de los creyentes. El problema que veo con esto, es que, como en todo, corremos el riesgo de irnos al extremo y soltar la responsabilidad de dirigir a nuestros hijos. He llegado a ver y escuchar familias que sólo le enseñan a sus hijos lo que les gusta, me pregunto qué pasaría si en algún momento sus hijos descubren que les gusta pecar y los padres terminan siendo impulsores de una filosofía de vida que dice “si te hace feliz, hazlo mientras no le haga daño a nadie”. Suena exagerado, pero los seres humanos somos expertos en llegar a los extremos, llegué a escuchar a una mamá que educa en casa decir que si los hijos querían jugar video juegos todo el día, debíamos respetarlo porque es su vida. Este es el punto en el que quiero aterrizar, si formamos hijos hedonistas (personas que relacionan el placer con el bien, que dirigen su vida en busca de los placeres), estamos yendo en contra de los principios de Dios, pues Cristo no llevo este estilo de vida. Estoy hablando de casos extremos, pero para llegar a un extremo, se empieza por poco, por eso es bueno siempre ir a la Biblia, más que enseñar a nuestros hijos a buscar sólo lo que les place, mostremos que constantemente debemos morir a nosotros mismos. Aclaro que con esto que escribo no me refiero a ser padres tiranos y desconsiderados que imponen sus deseos sobre la vida de sus hijos y no permiten que expresen sus deseos (ese es otro extremo). Me refiero específicamente, a que como creyentes de Dios, con criterios para discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo que edifica y lo que no, debemos darle dirección a nuestros hijos. Va a haber momentos en los que ellos, en su inmadurez e ingenuidad, preferirán sólo lo divertido, y es ahí en donde entra nuestro criterio y responsabilidad para darles dirección. No me imagino una vida en la que “voy a esperar a que a mis hijos les de la gana estudiar la Biblia porque como ahorita no la entienden pues, no la van a aprender bien”, espero explicar mi punto. No temamos decir “hijo mio, esto no te voy a permitir que hagas porque es destructivo, porque no te edifica, porque ofende a Dios” o “hijo mio, es necesario que te sientes a estudiar esto, por el momento no te parece atractivo, pero cumple con un propósito importante en tu futuro”, a eso me refiero con ser directivos y no dejar elecciones importantes, o que influyan en sus hábitos, en las manos de nuestros pequeños que aunque son inocentes, no tienen la madurez y el criterio de elegir sabiamente.


Recordemos que los días serán peores, por tanto, invirtamos nuestro tiempo y energía no sólo en enseñanzas generales sino en aquellas que trascienden en el alma para formar hijos firmes que se mantengan de pie en medio de una generación perversa.


Aprovechemos bien el tiempo porque los días son malos, decidamos sin temor y mantengámonos firmes sobre nuestra roca que es Cristo.


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